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El pago de impuestos para los autónomos puede suponer un gasto importante, así que la mayoría de ellos tratan de deducir todos los gastos posibles para pagar lo menos posible.
Algo que puedes ver en tu declaración de la renta y que quizás no sepas lo que es son los gastos de difícil justificación.
Vamos a verlo todo para que lo tengas claro.
Los gastos de difícil justificación son un porcentaje que la Agencia Tributaria permite deducir sin tener que justificarlos.
Sirve de ayuda extra para los trabajadores por cuenta propia, ya que no siempre es fácil justificar todos los gastos que se tienen. Así que, además de los gastos deducibles, también puedes añadir este extra de gastos de difícil justificación.
Para poder deducir los gastos, la Agencia Tributaria exige que sea necesario para la actividad que se está desarrollando y que se justifique con una factura o ticket. En el caso del IVA, la única justificación posible para Hacienda es una factura.
Sin embargo, los autónomos realizan gastos que no tienen una vinculación tan clara con la actividad. Los gastos de difícil justificación son precisamente ésos, los que no se pueden justificar claramente ante la Agencia Tributaria.
Cuando un autónomo tiene gastos que no puede acreditar correctamente en relación con su actividad económica, puede deducirse un porcentaje cuando cumpla los siguientes requisitos:
Entonces, los gastos de difícil justificación en estimación directa simplificada se podrán incluir siempre que haya beneficios y una cifra de negocio inferior a 600.000 euros.
Los gastos de difícil justificación que permite la Agencia Tributaria son el 5% sobre el rendimiento neto. El rendimiento neto se calcula restando ingresos menos gastos.
Para el año 2023 se permitió que los autónomos aplicaran en su declaración de la renta un 7% en lugar de un 5%. Para el resto de años, se aplicará el porcentaje habitual.
Los autónomos societarios también tienen derecho a la deducción de los gastos de difícil justificación. Sin embargo, el porcentaje que se pueden aplicar es de un 3%.
Sea el porcentaje que sea el que se aplique, el importe que se puede deducir por gastos de difícil justificación es de 2.000 euros al año.
Los gastos de difícil justificación son un beneficio fiscal que se aplica en el momento de calcular el IRPF. Se aplica automáticamente cuando haces la declaración de la renta de la campaña que corresponda.
En primer lugar, hay que calcular el rendimiento neto de la actividad del autónomo. Para ello se le restan a los ingresos los gastos deducibles. Después, al resultado se aplica la reducción que le corresponda, normalmente el 5% de gastos de difícil justificación.
Al resultado se le aplican el resto de deducciones previstas en la normativa y se obtiene el rendimiento neto reducido.
Hay algunos gastos que pagan la mayoría de los autónomos y que son de la actividad pero también en parte personales. Un ejemplo muy claro suele ser el combustible de un vehículo que se usa para visitar clientes pero también para hacer la compra de comida para la casa.
Estos gastos son difíciles de justificar a nivel profesional y por eso se pueden deducir como gastos de difícil justificación.
Algunos ejemplos de gastos deducibles de difícil justificación son:
● Gastos del vehículo. Además del combustible, también es aplicable respecto a cualquier gasto relacionado con el vehículo, como reparaciones o seguros.
● Gastos de suministro de la vivienda cuando se hace la actividad económica o parte de ella desde el propio piso o casa.
● La factura del teléfono. Se hacen llamadas profesionales pero también personales, por lo que también es un gasto de difícil justificación.
● Dietas y gastos de manutención.
Una de las obligaciones fiscales que tienen los trabajadores por cuenta propia es la presentación de los modelos referentes a los impuestos en el plazo indicado para ello.
El más importante para los autónomos es el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Se presenta para este tributo el modelo 100, que es el de la declaración anual. En esta declaración, la deducción por gastos de difícil justificación se lleva a cabo de manera automática. La casilla de la renta para los gastos de difícil justificación es la 222.
Pero también hay que presentar el modelo 130 trimestralmente, en el caso de los empresarios y profesionales en estimación directa. En este caso hay que declarar la deducción por gastos de difícil justificación en la casilla 12.
Entonces, los gastos de difícil justificación en el IRPF tienen incidencia tanto en el modelo trimestral como en la declaración anual.
Calcular los gastos de difícil justificación no es algo que te tenga que preocupar en exceso, ya que se realiza de forma automática en la declaración de la Renta. No será necesario que presentes ningún documento justificando este gasto.
Pero para que entiendas mejor cómo funciona, vamos a ver un ejemplo.
Un autónomo que ha obtenido unos ingresos anuales de 80.000 euros y unos gastos deducibles de 20.000 euros. En este caso, el rendimiento neto anual de la actividad es de 60.000 euros. Es decir, 80.000-20.000.
Durante el desarrollo de su actividad, este trabajador por cuenta propia ha tenido que asumir unos gastos que pueden ser considerados de difícil justificación. No importa cuál es el total de importe de ellos porque se calculan aplicando un 5% al rendimiento neto que hemos calculado. Así que, un 5% sobre 60.000 euros, un total de 3.000 euros.
Entonces, para continuar la declaración de la renta, a los 60.000 euros se le restan los 3.000. El rendimiento neto reducido sería de 57.000 euros.
En resumen, los gastos de difícil justificación los puedes encontrar en el IRPF y se calculan automáticamente. Son una ayuda para poder incluir gastos que no tienen una relación clara con la actividad.
Pero si necesitas ayuda para saber qué gastos puedes deducir o cuáles son tus gastos de difícil justificación, consulta con una asesoría como Openges.